domingo, 24 de enero de 2010

Juan Bautista Canut de Bon ahora tiene ‘Digna Sepultura’.

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, encabezó la inauguración del “Patio de los Disidentes”, un sector del Cementerio General de Santiago en el que eran enterrados los no católicos durante el siglo XIX.
La restauración, en la que se invirtieron 400 millones de pesos (más de 800.000 dólares), forma parte de las obras enmarcadas en el Bicentenario de la Independencia de Chile y su objetivo es “reafirmar los fundamentos de nuestro orden republicano”, dijo Bachelet en la ceremonia.
En las primeras décadas después de la Independencia de Chile, la religión católica consideraba una profanación que quienes no profesaban esa religión fuesen sepultados en los cementerios.
De esta manera, los primeros Protestantes, los Judios llegados a Chile, tras morir eran arrojados al mar, sepultados en playas o dejados en depósitos de basura, como uno situado en las laderas del céntrico cerro Santa Lucía, recuerdan los historiadores.
Esas prácticas se mantuvieron hasta 1854, cuando los Protestantes lograron comprar un sitio a un costado del Cementerio General y consiguieron que fuera destinado a ser la última morada de estas minorías, pese a las presiones de la religión católica para evitarlo.
“Lo que ayer fue un espacio de desencuentro y discriminación, hoy es un lugar en el que confluyen las tradiciones religiosas y laicas para reconocer el pasado, construir el presente y un futuro de paz y fraternidad”, dijo Bachelet.
Destacó que más de 3.000 personas están sepultadas en ese patio, entre ellos el catalán Juan Bautista Canut de Bon, el primer predicador callejero que llegó a Chile, y por quien se llama “canutos” a los protestantes.
También Manuel Ibáñez Guzmán, el primer Pastor Evangélico chileno; Alfred Danielsson, pionero en el país del Ejército de Salvación, y, además, añadió: “muchos familiares de quienes nos encontramos aquí”.
El proyecto, según la presidenta chilena, “es una vigorosa expresión de los cambios que nos han permitido construir una sociedad abierta, respetuosa de todos los cultos y genuinamente democrática”.
Alrededor de un 20 por ciento de la población chilena, de unos 17 millones de personas, profesa ser evangélico.

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